martes, 31 de mayo de 2011

El hobbit Joe.

En un lugar de España, de cuyo nombre no puedo acordarme vivía Joe, un adolescente de dieciseis años de edad. Era un adolescente normal y corriente: salía con sus amigos, estudiaba para el instituto, salía con una chica...
Un día en que su padre se sentía nostálgico de su juventud, le sacó tres libros, tres películas y unas figuras. Su padre le explicó que todas eran de la misma historia llamada "El Señor de los Anillos" escrita por J.R.Tolkien.
Joe, obligado por su padre, se leyó uno de los tres libros titulado "La Comunidad del Anillo". Después del libro se vio la película y así con los otros dos libros y las otras dos películas. Cuando acabó con todo ello comenzó a pintar las figuras de esta historia, dejando d comer comida normal y alimentándose únicamente de "pan de lembas".
Un día su madre comenzó a hablar de un anillo que su abuela le había regalado y que ahora lo quería recuperar. Inmediatamente Joe lo asoció con la historia y esa noche quiso robárselo a su madre.
Por el pasillo se encontró a su perro, que a él le pareció un orco y le embistió por el costado quitándolo de en medio, pero despertando a su madre.
La mañana siguiente Joe pensó que solo tenía una oportunidad más ya que al otro día su madre le devolvería el anillo a su abuela. Así que pidió ayuda a su mejor amigo que le siguió el rollo grabándolo para que cuando recuperase el juicio, si lo recuperaba se diese cuenta del, mal que le hacían las películas que veía.
Cuando consiguió robarle el anillo a su madre saltó tan alto que, como iba descalzo, al caer se hizo daño en una pierna. Se despertó toda la casa y su madre le quitó la joya pensando que quería venderla.
después de un mes castigado viendo las películas dos veces al día, su amigo la hizo una visita diciéndole que su madre ya había contado todo a los profesores del centro y que había quedado en ridículo.
Dándose cuenta del daño que le hacían esas películas se las dio a su padre para que las tirase, pero, evidentemente, este le engañó haciendo que lo hacía, pero en realidad las escondió en un lugar seguro.
Su vuelta al instituto fue bastante vergonzosa, ya que hasta su mejor amigo se reía de él y enseñaba los vídeos que hizo.

1 capítulo picaresco.

Señor juez, le dirijo esta carta para demostrarle que el motivo por el que hice lo que hice es comprensible.
Yo, que no tengo mucho dinero ya que mis padres tampoco tienen mucho para darme, decidí sacar buenas notas en el instituto para no estar en la misma situación que ellos cuando fuera un poco mayor.
Estuve tres meses estudiando para los exámenes, pero al ver que era tan aburrido, decidí dejar de estudiar y aprobar por otros medios.
Estudié a distintos profesores para ver con cual hacía la prueba. Al final me decidí con el de matemáticas. Hablé con él hasta intuir su situación económica, que no era muy diferente a la mía y le soborné para que me diera las preguntas de los exámenes con el dinero que había ganado trabajando de camarera en un restaurante. El profesor inmediatamente me cogió del brazo y se dirigió al despacho del director para llamar a mis padres.
Mi madre llegó al instituto veinte minutos más tarde y, cuando mi profesor la puso al tanto de la situación y le dijo las consecuencias que eso tendría, ella intentó seducirle, también con dinero, para que lo dejara pasar. El profesor se puso furioso y puso al tanto al director y a todo el instituto, por o que mi madre quedó totalmente avergonzada y yo fui expulsada de allí.
Tardé un mes en reincorporarme a otro centro y otro mes más en volver a intentar sobornar a mi profesora de ciencias sociales con el mismo propósito que con mi profesor de matemáticas, con la diferencia de que ella si que aceptó el soborno.
En el examen saqué un diez y todos mis compañeros quisieron saber cómo lo había hecho, pero naturalmente, mentí.
Lo intenté con más docentes, pero ellos me pedían más dinero del que le había dado a la otra profesora, así que, como no tenía más opción, lo robé.
Pero al robarlo, me pasé un poco y los profesores enseguida sospecharon de mi cuando una madre comentó a uno que alguien había robado en su casa. Los profesores me hicieron confesar delante de la madre, la cual me denunció por allanamiento de morada y por robo.
Así que, señor juez, ahora que ya sabe los motivos de mi delito podrá juzgarme justamente, a mi solo me consuela el hecho de que, como yo confesé, todos los profesores que habían aceptado mi soborno fueron despedidos.

domingo, 23 de enero de 2011

Argumentación.

El lazarillo, en el tercer tratado, estuvo con un escudero que estaba completamente arruinado, pero que hacía que tenía tierras y propiedades que en realidad estaban derruidas. El escudero le mentía haciéndole creer eso y que la casa contenía mala suerte. También compartía con el Lazarillo la comida que este conseguía pidiendo por las casas. A mi me parece que el escudero es muy mentiroso porque quiere conservar su categoría social, también pienso que, si en realidad fuese rico, mataría de hambre al Lazarillo.

Me parece que es muy falso porque además de mentir a Lázaro miente a todos los que están a su alrededor, pero descubren que es un mentiroso cuando le piden dinero porque intenta poner excusas para irse de allí.

Además pienso que si fuese rico no sería tan bueno con Lázaro porque si siendo pobre le dice que no tener hambre casi nunca es de buena persona, pues siendo rico sería mucho más egoísta, como los otros amos del Lazarillo. También pienso que es un egoísta porque en vez de buscar trabajo se va a pasar el tiempo con mujeres, ya que si trabaja pierde su categoría social, a si que me parece que es un mentiroso y un orgulloso poe querer antes su categoría social que alimentarse y tener una casa en condiciones.

Mi conclusión es que el escudero, además de ser un mentiroso con el Lazarillo y con todos los demás, es muy orgulloso por no querer que nadie tenga más categoría que él y por no querer perder su estatus social bajo ningún concepto.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Lo que le pasó a un empleado por pisar un charco en la calle.

Un día un empleado, al que acababan de reducir el sueldo, le preguntó a un compañero de trabajo:
-¿por qué siento que a todo el mundo le sale todo bien y a mí todo mal?
Y su compañero, sorprendido por su pregunta, le respondió con una fábula que le había contado su padre años antes:
-Hay un cuento que puede servirte de respuesta. Había una vez un empleado, como tú, al que acababan de despedir. Se fue de camino a su casa pensando que era muy desgraciado, que tendría que contárselo a su mujer y vender muchas cosas valiosas para conseguir dinero, como por ejemplo su coche. Entonces, pasando por una calle donde apenas había luces, metió el pie en un charco y su maletín con todos los documentos de su antiguo trabajo se cayeron y se mojaron todos los papeles. Triste y llorando se sentó en el borde de la acera y comenzó a recoger sus cosas. Cuando vio que había alguien a su lado se asustó, pero después entendió que sólo era un mendigo y entonces pensó en la vida que debería de tener aquel pobre señor.
El mendigo apenas tenía qué comer y vivía en una caja de cartón. Él ni siquiera tendría oportunidad de vender nada para ganr dinero y menos un coche. Aquel pobre tampoco tendría nadie a quien recurrir si necesitaba algo. Él tenía a su mujer. En ese momento el empleado se puso en pie, sacó su cartera de la bolsa y le dio todo el dinero que llevaba al mendigo.
Cuando llegó a su casa se lo contó todo a su mujer, que es los días siguientes le ayudó mucho a buscar cualquier trabajo.
El empleado de la historia consiguió un puesto de trabajo en una empresa muy importante de ordenadores, y con el tiempo llegó a convertirse en el jefe de toda la empresa, por lo tanto era rico. Y entonces pensó en contratar al mendigo que tanto le ayudó para que él también tuviese alguna oportunidad de ser rico e importante.
El empleado que se quejaba le dijo a su compañero que le parecía una historia muy bonita y que intentaría ayudar a las personas que estuvieran peor que él.
Entonces María Arespacochaga, a la que le gustó mucho la historia, decidió ponerla en una redacción de una clase de lengua. También hizo un pareado que resumiera el cuento:
"Si a alguien te encuentras que en peor situación que tu está,
lo único que debs hacer es ayudar".

El cuadro.

Carlos era un chico de quince años. Era el menor de tres hermanos de una familia muy religiosa. Todos los días se acercaba con sus hermanos a la iglesia del pueblo mientras daban un paseo a caballo. El pueblo era muy pequeño, pero la iglesia estaba a una hora de distancia. Mientras iban por el camino al edificio el hermano mayor, Javier, se inventaba una historia.
Cuando llegaron allí los dos hermanos mayores entraron a la iglesia a saludar al sacerdote, que era amigo suyo desde hace mucho tiempo, mientras Carlos se quedaba observando el exterior del edificio. Era de madera con unos dibujos que a él le encantaban, ya que quería ser carpintero.
Él hacía dos años que ayudaba a su padre a hacer uno parecido, pero el de su padre contaba la historia de unos curas los lados del cuadro, en el centro era similar. Mientras observaba atentamente el cuadro Marcelino le dijo:
 -¿Qué tal avanzas con los bancos que te encargué, Carlos?
-De diez ya llevo seis, lo hago tan rápido como puedo.
-Pero no vas muy rápido, hace cerca de un año que te los encargué.
-Losé, padre, pero mi familia y yo estamos muy liados con el cuadro de madera.
-Pues no les ayudes más a hacer esa pérdida de tiempo. En cuanto lo acabeis tendreis que tirarlo, ya que no vais a ponerlo en la iglesia ni en el pueblo.
-Algún día estará en la iglesia del pueblo, padre, losé.
-Bueno entra a rezar con tus hermanos ¡qué falta te hace jovencito!
Carlos ent´ro en la iglesia seguido por Marcelino y como siempre le dio pena ver aquel panorama. Los bancos eran demasiado viejos y algunos ya estaban rotos, por esa razón Marcelino le encargó a Carlos bancos nuevos. Las paredes eran blancas con grandes manchas negras que fueron de un incendio de mucho tiempo atrás.
Carlos, Pedro y Javier estaban sentados en uno de los bancos en mejores condiciones rezando, de repente el sacerdote del pueblo de al lado apareció frente a la iglesia y llamo a Marcelino:
-¡Marcelino! quiero comprarte ese cuadro para una nueva iglesia que hemos hecho en nuestro pueblo. A cambio te daré biblias escritas por mí, puedo dar doce.
-¿Tú estás loco o qué? si quisieera venderte el cuadro ya te lo habría ofrecido.
-Marcelino no te hagas de rogar, anda.
Y Carlos apareció con una sonrisa de oreja a oreja:
-Véndaselo, padre y podremos poner mi cuadro.
-¡No!¡ni hablar!
-Bien, pues si usted no lo quiere, se lo venderé a ellos.
-No me hagas esto, Carlos. Bueno, pues trato hecho, mañana quiero ver aquí el otro cuadro, si no está no se lo venderé.
-Pero todavía no está terminado, tendré que quedarme la noche trabajando.
-Pues a mí me da igual. Lo quiero mañana a mediodía.
-Está bien, lo intentaré.
Al mediodía siguiente Carlos estaba frente a la iglesia del pueblo con el cuadro listo para colocar.